Es uno de los sitios más antiguos de Perú: se estima que data de alrededor del 1600 a.C. Fue desenterrado por Julio C. Tello en 1937; la buena conservación de estos restos la convierte en una importante atracción turística de la región. Las tres paredes principales, de 4 m de alto y 50 m de largo, están cubiertas de bajos relieves. Representan una multitud de guerreros, prisioneros de guerra, así como pedazos de seres humanos dispersos (piernas, tripas, brazos) y cabezas cortadas. Un templo interior se encuentra en medio de estas tres paredes, al que no se puede entrar ya que las excavaciones continúan dentro de él. Sin embargo, se puede echar un vistazo a lo que hay dentro del museo que está justo al lado del sitio arqueológico.